enero 9, 2025

TEJIDO SOCIAL Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA


El tejido social se entiende como la red de relaciones humanas, valores compartidos y prácticas colectivas que sostienen la cohesión comunitaria.

El tejido social proporciona las condiciones necesarias para el desarrollo de una ciudadanía comprometida y una cultura política democrática. Los espacios de encuentro e interacción entre las personas, como los lugares públicos, son fundamentales para fortalecer estos vínculos sociales.

La democracia no puede existir en un vacío social; requiere de un tejido social sólido que sustente la participación, el pluralismo y la legitimidad de las instituciones. La democracia es un proceso constante de construcción que requiere la vigilancia y el compromiso de la sociedad civil. Sin un tejido social sólido, la democracia se puede ver transgredida. Por lo tanto, la fortaleza del tejido social es sinónimo de la solidaridad y el respeto a los derechos de todos, lo que a su vez es esencial para la consolidación de la democracia. A nivel global, las sociedades con tejidos sociales sólidos tienden a ser más resilientes frente a crisis políticas y económicas.


La democracia, como sistema político, trasciende el ámbito electoral para abarcar la participación cotidiana de los ciudadanos en las decisiones que moldean la vida pública. En este sentido, el tejido social, se erige como un pilar fundamental para la consolidación de una democracia funcional. Hoy en día, los desafíos en la construcción del tejido social reflejan una tensión constante entre las dinámicas históricas de exclusión, la debilidad institucional y los esfuerzos por alcanzar una mayor equidad y participación.

De manera inversa, la democracia también contribuye a fortalecer el tejido social al promover la inclusión, la rendición de cuentas y el Estado de derecho. Es una relación que se retroalimenta constantemente.

Por su parte, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) desempeñan un papel fundamental en la construcción de la democracia y el fortalecimiento del tejido social, pues representan a la ciudadanía y canalizan sus intereses, fomentando así la participación de la sociedad civil, que es esencial para el desarrollo de una cultura política democrática.

Estas organizaciones proporcionan espacios de encuentro e interacción entre las personas, lo cual es clave para fortalecer los vínculos sociales y la cohesión comunitaria. Además, las OSC pueden ejercer un rol de vigilancia y control democrático sobre las instituciones públicas, contribuyendo a la rendición de cuentas y la transparencia. De esta manera, las OSC se convierten en actores clave para la consolidación de la democracia, al promover la participación ciudadana y la responsabilidad de los gobernantes. En países donde el tejido social está debilitado por desigualdades, violencia o desconfianza en las instituciones, la democracia enfrenta barreras significativas. Sociedades fragmentadas tienden a generar apatía política, desafección y, en casos extremos, el colapso del sistema democrático.


Conjuntamente, la digitalización y el uso de redes sociales han transformado las dinámicas del tejido social, generando tanto oportunidades como riesgos. Si bien estas plataformas pueden facilitar la movilización ciudadana, también son espacios donde proliferan la desinformación, el discurso de odio y la polarización exacerbada, minando con ello la cohesión social y debilitando la confianza democrática. Las tecnologías digitales han democratizado el acceso a la información, permitiendo que más ciudadanos participen en debates públicos y movimientos sociales. Ejemplos son la Primavera Árabe en el 2010 y el movimiento Black Lives Matter del 2020, en donde se movilizaron millones de personas en torno a causas comunes. Por lo anterior es vital el fortalecer el tejido social, y las principales estrategias existentes son; 

1.- fomentar la identidad y el sentido de pertenencia, con la ayuda de actividades que refuercen la identidad comunitaria, como eventos culturales, deportivos y de convivencia.

2.- Impulsar la educación para el buen convivir, que enseñe valores como el respeto, la solidaridad y la resolución pacífica de conflictos.

3.- Construir vínculos y confianza, con la disponibilidad de espacios de diálogo y trabajo colaborativo entre vecinos, familias y grupos comunitarios.

4.- Fortalecer la organización y participación, con espacios y actividades que las comunidades compartan, como la implementación de espacios creativos comunes.

5.- Impulsar una economía social y solidaria.

Ejemplo de una buena combinación entre el comportamiento del tejido social y la construcción de la democracia son, los países nórdicos, como Suecia, Noruega y Dinamarca, en donde el tejido social fuerte y cohesionado puede sostener democracias estables y equitativas. La alta confianza interpersonal, el respeto por las normas y la participación comprometida en la vida comunitaria han sido pilares fundamentales para el desarrollo de instituciones democráticas transparentes y responsables. En caso contrario; se puede entrever que, en países afectados por conflictos o desigualdad extrema, como Siria o Venezuela, el debilitamiento del tejido social ha obstaculizado la construcción democrática. Sin embargo, esfuerzos globales liderados por organizaciones internacionales y locales han buscado reconstruir comunidades a través de programas de reconciliación, educación cívica y desarrollo económico.


La corrupción constituye un obstáculo significativo para la consolidación del tejido social y el fortalecimiento de la democracia a nivel global. Sus efectos se manifiestan en múltiples dimensiones, afectando la cohesión social, el funcionamiento institucional y la equidad en las sociedades democráticas. La corrupción sistémica en instituciones políticas, judiciales y de seguridad deteriora la confianza de los ciudadanos en el sistema democrático. Este fenómeno fragmenta el tejido social al generar una percepción generalizada de desamparo y alienación frente a las estructuras de gobierno. Por ejemplo, cuando las instituciones clave no responden a los intereses colectivos y se perciben como herramientas al servicio de élites o grupos privados, los ciudadanos tienden a desvincularse de los procesos políticos y de participación democrática.

La idea de que el sistema está “amañado” para favorecer a intereses particulares desincentiva la participación de los ciudadanos en asuntos públicos. Este fenómeno empobrece el tejido social al reducir los espacios de diálogo, expresión y representación política, elementos esenciales para una democracia vibrante. La corrupción desvía recursos públicos destinados al bienestar colectivo hacia intereses privados, profundizando las desigualdades económicas y limitando las oportunidades de desarrollo equitativo. Este desbalance genera resentimiento, tensiones y una mayor fragmentación dentro de la sociedad.


Cuando la corrupción penetra las instituciones encargadas de impartir justicia, se socava el principio de igualdad ante la ley. Este debilitamiento erosiona los fundamentos del E s t a d o de Derecho, una piedra angular t a n t o de la democracia como del tejido social. En estas circunstancias, los ciudadanos pierden la certeza de que las leyes se aplican de manera justa y equitativa, lo que genera desconfianza y fomenta un entorno propicio para la impunidad.


El tejido social en México ha enfrentado múltiples fracturas a lo largo de su historia. La desigualdad estructural, la corrupción y la violencia han erosionado la confianza en las instituciones y entre los ciudadanos.

El concepto de capital social, desarrollado por sociólogos como Robert Putnam, resalta que la calidad de la democracia depende de la densidad de redes sociales y de la confianza mutua entre ciudadanos. En su estudio sobre Italia, Putnam observó que las regiones con mayor capital social tenían instituciones democráticas más efectivas, mientras que las áreas con menor cohesión social sufrían de corrupción y desgobierno. (2000). Sin embargo, en México, la desconfianza hacia el gobierno alcanza niveles alarmantes: el 76% de los ciudadanos percibe altos niveles de corrupción en las instituciones públicas. (Transparencia Internacional, 2023)

La falta de un tejido social sólido también se manifiesta en la débil participación ciudadana en los procesos democráticos. Aunque el país ha logrado avances significativos en la organización de elecciones libres y competitivas desde la transición democrática de los años 90, la democracia se mantiene en gran medida restringida al ámbito electora. (Gómez Tagle, 2018) La construcción de la democracia en México se encuentra condicionada por factores estructurales que perpetúan las desigualdades. La pobreza, que afecta a más del 40% de la población, y la exclusión de sectores como las comunidades indígenas y rurales limitan la capacidad de estos grupos para participar plenamente en la vida democrática. Asimismo, la creciente inseguridad, con más de 31,000 homicidios anuales en promedio en la última década, restringe la libertad de asociación y expresión, minando los procesos de deliberación y participación comunitaria. (Animal Político, 2023)

En este panorama, la sociedad civil ha jugado un papel crucial en la reconstrucción del tejido social y en la exigencia de rendición de cuentas. Movimientos como el de las madres buscadoras, las organizaciones por la transparencia y los colectivos feministas han evidenciado la capacidad de los ciudadanos para articular demandas y generar cambios desde abajo. En definitiva, la democracia solo puede consolidarse si los ciudadanos se convierten en actores críticos que confronten el poder y articulen nuevas formas de organización social. No obstante, la represión y criminalización de estos movimientos reflejan las tensiones entre un estado que no ha logrado democratizarse completamente y una ciudadanía que busca ser escuchada. Por ejemplo, el asesinato de líderes sociales y defensores del medio ambiente revela los costos de enfrentar intereses enquistados en el poder. (CNDH, 2023)

La construcción de una democracia sólida en México requiere fortalecer el tejido social mediante políticas públicas que promuevan la justicia social, la transparencia y el respeto por los derechos humanos. Es fundamental priorizar la educación cívica, entendida como una herramienta para formar ciudadanos críticos y participativos. Además, el fortalecimiento de los mecanismos de participación. C o m o advierte Sen (1999), el desarrollo humano es inseparable de la libertad, y esta no solo implica el acceso al voto, sino también la capacidad de las personas para vivir en una sociedad donde puedan influir en las decisiones que afectan sus vidas. Por ello, reconstruir el tejido social en México es no solo una tarea urgente, sino un imperativo ético y político para consolidar una democracia que trascienda las urnas.

El tejido social y la democracia son componentes interdependientes y mutuamente constitutivos. Sin una sociedad cohesionada, las instituciones democráticas carecen de legitimidad, y sin un sistema democrático sólido, el tejido social se ve debilitado. Para consolidar democracias fuertes, no basta con establecer estructuras políticas inclusivas, sino que es esencial invertir en el fortalecimiento del capital social y en el fomento de una ciudadanía activa.

En este sentido, la construcción de una democracia funcional y el fortalecimiento del tejido social deben ser abordados de manera integral, coordinada y en colaboración con diversos actores sociales y políticos.

No se puede construir una democracia sobre un tejido social frágil, desconfiado y polarizado. En momentos de crisis, un sistema debilitado puede derivar rápidamente en caos, fragmentación y conflicto, como lo demuestran los casos históricos de imperios que colapsaron debido a la falta de cohesión interna.

Animal Político. (2023, noviembre 22). México sigue con altos niveles de homicidios, según cifras de
INEGI. https://animalpolitico.com/seguridad/mexico-homicidios-2023-inegi
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). (2023). Informe anual sobre derechos humanos.
https://www.cndh.org.mx/documento/informe-anual-de-actividades-de-la-cndh-2023
Gómez Tagle, S. (2018). México: Democracia y Participación. Ciudad de México: Fondo de Cultura
Económica.
Putnam, R. (2000). Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community. Nueva York: Simon
& Schuster.
Secretaría de Gobernación. (2022). ¿Por qué reconstruir el tejido social? [eBook]. https://
generaconocimiento.segob.gob.mx/sites/default/files/document/biblioteca/398/20220517-ebook-por-quereconstruir-el-tejido-social.pdf
Sen, A. (1999). Development as Freedom. Nueva York: Alfred A. Knopf.
Transparencia Internacional. (2023). Índice de Percepción de la Corrupción. www.transparency.org

arsen

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